El libro del año en Asan, con el que ha elegido felicitarnos a todos el nuevo año, es una bonita recopilación de fotografías en la que se refleja ese tiempo detenido por la pandemia.
Un Tiempo de ausencia en los espacios habitados, un tiempo de urgencia en el que la inminencia en la acción se ha revelado como calve, un tiempo de espera que nos ha obligado a parar, cambiando nuestro ritmo vital y, como no, un tiempo de ensoñación, que ha desencadenado nuestras fantasías para proyectarnos más allá de nuestra realidad.
«Ahora que ya podemos volver a la calle observo un panorama que se me antoja irreal. Me dan pena los viejos, que a sus pasos lentos han añadido el agotamiento de respirar tras la mascarilla. Me dan lástima los niños, que han vivido aislados de otros niños durante este tiempo largo y denso. No entiendo a los que pueblan las terrazas o las playas volviendo a una normalidad para la que no estoy preparada. Voy lenta. No quiero volver a la vida de antes. No quiero someterme a las agendas apretadas ni a compromisos que me dejan exhausta. Echo de menos ahora el silencio, la limpieza del aire y el canto de los pájaros que van ahogándose bajo el reciente clamor del tráfico. Aún no sé a qué vida quiero regresar. No sé si quiero ‘abandonar mi ventana. No tengo urgencia. Tengo miedo a volar.»
(Elvira Lindo, Tiempo detenido. Memoria fotográfica del confinamiento).