«Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos…»

                                                                                                                               Pablo Neruda

 

El tiempo se detuvo: una pausa en nuestro ritmo vital que nos ha hecho recapacitar, y que nos ha enriquecido.

En la calamidad de una ciudad desierta, hemos encontrado la oportunidad de disfrutar del espacio vacío, de la transparencia del aire, del vuelo y el canto de los pájaros, hemos oído el silencio.

En pleno siglo XXI nos hemos sentido vulnerables, perdiendo confianza en un futuro personal y colectivo pletórico. Como si de un ejercicio psicológico se tratara, nos hemos encontrado cara a cara con nuestros temores. A cambio, nuestra cotidianeidad se ha puesto en valor, porque es lo que realmente está a nuestro alcance: el hogar, la familia, las relaciones sociales, las aficiones.

La magnitud de la emergencia ha sacado lo mejor de nosotros mismos, nos hemos sentido importantes actuando con una responsabilidad impecable, sabiendo que con la aportación individual se consigue un objetivo común. Nos hemos mostrado solidarios con el sufrimiento, con el duelo, con los más débiles, con los que han tenido que trabajar duro.

Brindo con vosotros por la paz y la prosperidad del año nuevo, por la memoria de lo bueno que nos ha dejado el 2020, ojalá nunca lo olvidemos.

En nuestra mano está conseguir un mundo mejor.

¡Feliz 2021!